Caminando por la Feria del Libro de Calama, realizada este verano, me encontré con "my precious" (como diría Gollum). Nada más ni nada menos que con "El Umbral de la Noche", obra que recopila una serie de cuentos del maestro Stephen King.
Los cuentos del Umbral cuentan con una característica especial: la mayoría de ellos fueron llevados a la pantalla grande, algunos con gran éxito. Paso a detallarlos: "Los Misterios del Gusano"; "La Trituradora"; "El Coco"; "Camiones"; "A veces vuelven"; "El Hombre de la Cortadora de Cesped" y "Los Chicos del Maíz".
La gracia del Umbral es que cada texto traslada al lector a diferentes espacios físicos con lenguajes diversos, es decir, una serie de médicos hablando sobre un paciente; operarios de una lavandería averiguando qué pasa con una máquina que ha accidentado a medio mundo; camiones que empiezan a operar por si solos y más eventos con una característica en común: el miedo.
Sin lugar a dudas, uno de los mejores cuentos es "A veces vuelven". Me pareció genial la idea de revivir un pasado tormentoso. Jim Norman es un profesor de una escuela secundaria que escondé un horrible pasado, donde un familiar muy cercano es asesinado por pandilleros. Jim escapa de milagro de los asesinos de su hermano, pero ahora, cerca de veinte años después aparecen en su clase de gramática dos muchachos con muchas cosas en común, como sus nombres y comentarios que remecen la conciencia del pobre tipo. Un climax estupendo para un final mucho mejor.
Casi todas las obras poseen un elemento que admiro de King: la capacidad de describir el ambiente físico y cómo este puede explicar, inclusive, la personalidad de los personajes o un suceso que está pronto a venir. ¿Un ejemplo? "Era verde, con manchas negras de camuflaje, y sobre la parte delantera estaba estampada, con letras blancas, la leyenda: COFRE DEL SOLDADO JOE DE VIETNAM. Más abajo: veinte infantes, 10 helicópteros, 2 tiradores con fusiles automáticos browning, 2 tiradores con bazookas, 2 médicos, 4 jeeps. Más abajo: la calcomanía de una bandera. Y al pie: "compañía de juguetes Morris", Miami, Florida" (Campo de Batalla).
Lo curioso de la descripción es que, a medida que avanza el relato notamos que este "juguetito" de guerra resulta ser más real de lo que imaginábamos.
A quienes me conocen y se interesan por leer el libro, me lo piden para hacer mi lista de "prestados". Eso sí, me lo cuidan. Sólo serán dos mil pesos por día... jajajaja.